Lejos de los mandatos socioculturales, los especialistas coinciden que salir del funcionamiento automático orientado a fines determinados, nos permite reconectar con nosotros y los demás. Ahora ya sabés: si querés tirarte un rato en el sillón a aburrirte, ¡animate!
“Estar en un sillón escuchando música y dejar que la mente navegue por el espacio sin tener un pensamiento prefijado puede generar ideas”, dijo el Dr. Juan Alberto Ollari, neurológo.
¿Cuántas veces juzgaste a alguien por estar tirado en un sillón sin hacer nada?¿O cuántas veces te miraron a vos en ese sillón tan cómodo creyendo que desaprovechabas cada minuto que pasaba? Si fuiste vos la del sillón, ya sabrás los beneficios de "aburrirse"; si en cambio, vos fuiste quien prejuzgó vas a conocer ahora las ventajas de bajar un cambio, parar la pelota y mirar el techo por un rato.
"El aburrimiento positivo nos ayuda a tomar conciencia sobre nosotros mismos, a salir del funcionamiento automático orientado a fines determinados y nos permite reconectar con nosotros, con los demás, a reflexionar sobre la vida y, además, deja que el GPS interior pueda recalcular", explica Fernando Zan, psiquiatra (M. N. 75.898), jefe del Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Alemán.
"El aburrimiento tiene muy mala prensa porque se supone que estamos perdiendo el tiempo. En esta sociedad consumista tenemos que aprovechar cada minuto para algo, como un mandato. Esto nos lleva a una vida de estrés, de agotamiento y donde todo debe tener alguna finalidad. Por eso el aburrimiento es necesario. Es una condición humana insoslayable", añade.
"También se lo llama day-dreaming porque aunque la persona parezca estar inmóvil o haciendo nada, está planificando, y sueña con futuros posibles o nuevos desafíos. El ocio es productivo cuando se generan planes o proyectos de vida, y cuando se analizan posibilidades de cambio que permitan crecimiento espiritual, académico, profesional, familiar", explica el neurólogo Juan Alberto Ollari (M. N. 56.663), jefe del Centro de Neurología Cognitiva del Hospital Británico y jefe del Servicio del Hospital Borda.
Otro de sus beneficios es fomentar la creatividad. En este sentido, el especialista afirma que "cuando nuestra mente está enfocada a una actividad puntual los recursos cognitivos están abocados a eso y no permiten que la mente divague. Por eso, estar en un sillón escuchando música y dejar que la mente navegue por el espacio sin tener un pensamiento prefijado, puede, gracias a la suma de lo que uno leyó y escuchó y a esa especial serenidad, generar ideas inesperadamente".
¿Hay aburrimiento bueno y aburrimiento malo?
Sí, y depende de cada una de nosotras. El psiquiatra los distingue claramente: "El aburrimiento entendido como momento de descanso nos permite bajar las revoluciones y bajar el estrés. El aburrimiento malo es el que uno no puede tolerar, el que no es aceptado, genera sufrimiento, suele ser prolongado y se corresponde con una sensación de tiempo muerto o vacío".
APRENDER. La buena noticia es que es posible aprender a aburrirse bien. El especialista cuenta que se puede, sí, más allá de que hay personalidades más o menos predispuestas. Una de las herramientas más efectivas para lograrlo es el mindfulness.
Martín Reynoso es psicólogo y coordinador del Área de Mindfulness de INECO y explica: "A través de esta técnica se aprende a conectar con el presente y así nada se siente como una pérdida de tiempo. Focalizamos a través de los sentidos y no a través del pensamiento… Así, el aburrimiento le va dando paso a algo más superador".
Ya sabés: si querés tirarte un rato en el sillón a aburrirte, ¡animate! Está bueno y hace bien.