El estereotipo es tan connatural al imaginario popular que aparece con frecuencia en los anuncios de televisión: los hombres, por más que lo intenten, son incapaces de hacer dos cosas a la vez. Y cuando lo consiguen el efecto es meramente cómico.
Por contra, son las mujeres, responsables y previsoras, las que sí tienen la habilidad para cocinar, trabajar, cuidar a sus hijos y concertar citas médicas en el mismo periodo de tiempo. Es un cliché de género, y es un cliché falso.
¿Por qué? Porque no pasa la prueba del algodón científico: un reciente estudio realizado por Marco Hirnstein, Frank Larøi y Julien Laloyaux y publicado en Psychological Research ilustra cómo, en un entorno controlado y frente a un rango idéntico de tareas, no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres a la hora de realizar varias tareas a la vez. La habilidad "multitasking" de ellas es un mito, uno de tantos otros relacionados con las capacidades divergentes de los géneros.
¿Cómo? El estudio se valió de un entorno simulado en 3D en el que 148 participantes (82 hombres y 66 mujeres comprendidos entre los 18 y los 60 años, de diversas credenciales educativas y experimentados en el manejo del ordenador) tenían que organizar una reunión en apenas media hora. En el transcurso de la actividad surgirían diversos obstáculos, como atender llamadas, recibir a los invitados, solicitar sillas, ordenar la agenda, hacer café y un largo etcétera.
En ninguno de los parámetros medidos (precisión, tiempo, resistencia a las distracciones) hubo diferencias estadísticas significativas entre los hombres y las mujeres. Ambos fracasaron o tuvieron éxito en la misma medida. Sólo una mayor experiencia con los videojuegos resultaba en un menor tiempo empleado para realizar la tarea. Controlando este factor, las similitudes eran claras.
¿El cliché existe? Sí. Las encuestas ilustran que alrededor del 60% de las personas juzga a las mujeres más capacitadas para hacer varias cosas a la vez (un porcentaje, eso sí, menor a los clichés de género asociados a las habilidades espaciales o verbales). El cliché también había alcanzado a la academia en varios estudios, pese a que la disparidad de sus resultados y sus imperfectas metodologías hacían insuficiente sus resultados. Y de ahí el reciente estudio.
Al contrario que otros, se ha valido de un test estandarizado (el CMPT) con alto valor experiencial y práctico, además de medible (controlando por factores educativos o intelectuales).
¿Y se refuta? Ante todo, el estudio deja claro que el análisis científico hasta la fecha sobre las diferencias de género en "multitasking" es errático y dubitativo. Hay poco, a menudo insuficiente, y en ocasiones contradictorio. Pero pone un gigantesco interrogante sobre un estereotipo que tenemos asumido: las mujeres resultaron ser mejores en las tareas de búsqueda, y los hombres tienden a destacar en otras tareas. En agregado, sin embargo, todos fueron igual de malos o de buenos.
¿Y por qué existe? En gran medida, por el tradicional rol de los géneros normativos. Quizá esté basado en la experiencia: se sabe que las mujeres sí hacen más cosas a la vez que los hombres (la carga del trabajo doméstico, por ejemplo, repleta de tareas pequeñas no secuenciales que deben atajarse de forma simultánea, recae sobre las mujeres en abrumadora mayoría), por lo que se asume que las mujeres lo hacen mejor (cuando simplemente lo hacen).