En Monte Ralo, los vecinos se quejan y dicen sentirse afectados por su radicación, en zona urbana. El municipio lo admite y la empresa dice cumplir con todas las normas.
Monte Ralo. Algo suele oler mal en Monte Ralo. Ese es el malestar que perciben varios vecinos que elevaron un petitorio al municipio de este pequeño pueblo de 500 habitantes, ubicado entre Río Tercero y Despeñaderos. El dilema se presenta con una planta avícola que, instalada en zona urbana, genera quejas por ese impacto.
La firma hace más de cuatro décadas que funciona en el lugar, tiempo en que tuvo varios dueños. Pero en el último año creció la planta y también el malestar de los vecinos. Las autoridades admitieron a este diario que no es un reclamo aislado sino de casi todo el pueblo.
El intendente Ricardo Lusso (PJ) reconoció que en el último tiempo debió llamar varias veces a la empresa y enviar un bromatólogo a inspeccionarla. Aclaró que ese control no arrojó la existencia de anomalías.
Días atrás, por primera vez, se reunieron el intendente, los concejales, el dueño de la avícola y varios vecinos, exponiendo los distintos puntos de vista. A ese encuentro accedió una cronista de este diario.
Pablo Ligato, dueño de la empresa, respondió que por la baja rentabilidad actual del sector “no hay plata en este momento”, ante la consulta de si podría incorporar filtros para reducir olores. Propuso, en cambio, un sistema de riego con un producto mentolado para menguar el impacto, y sumar una tela en el perímetro de la planta.
El olor se profundiza en días de calor y humedad y llega a todo el pueblo. Lo plantean los vecinos y lo admiten el intendente y hasta el empresario.
Lusso confirmó que el municipio no otorgó la habilitación, pero por falta de profesionales para controlar. El pequeño municipio no tiene estructura para ejercer controles.
Réplicas
“El olor es a pollo, no es desagradable, se puede convivir”, replicó Ligato, ante la mirada desconcertada de los concejales y vecinos. Subrayó que su granja cuenta con “galpones de alta tecnología”, además de reiterar que cumple con todas las normas provinciales y nacionales.
El empresario precisó que la granja suma entre 90 mil y 100 mil pollos, en ocho galpones. Dijo que no hay superpoblación y respecto a excrementos que vecinos advirtieron fueron arrojados a la salida del pueblo, Ligato respondió que no eran de su empresa. Detalló que su avícola “no tira el guano, porque lo vende”.
Otra queja fue por la presencia de moscas en cercanías de la granja, a lo que respondió que “el pollo no produce mosca” y pidió que se investigue su procedencia. Replicó que “puede haber olor 10 días al año”.
Los vecinos movilizados dicen otra cosa. Para Marcelo Lara, “agrandaron la granja de más; el olor es fuerte, se queja todo el pueblo, aunque muchos tienen miedo por lo que diga el municipio o la empresa”
Ana Laves, otra reclamante, planteó: “Vivo al frente de la granja. Estamos cansados de vivir con olores insoportables. Nos afecta y el Estado tiene la obligación de preservarnos”.
Mientras, la concejala Marina Almada, apuntó: “El problema existe, aunque no es nuevo. La población sigue oliendo feo, mientras la empresa dice que cumple las normas”, y citó que el día en que fueron a la planta “quedó descompuesta una concejala, por el olor”.
Quejas
En el interior. La presencia de galpones ligados a la cría y producción avícola, porcina y similares en zonas urbanas o áreas rurales muy cercanas a sectores poblados, suelen ser motivo de queja en el interior provincial. Las instalaciones deben cumplir con normas ambientales que fija la Provincia.