La OCU analizó 102 productos marinos: sal, moluscos (mejillones, almejas y chirlas) y crustáceos (langosta, gambas y langostinos), encontrando en la mayoría de ellos residuos plásticos como son microfilms y microfibras.
La Organización concluye que la presencia de estos residuos plásticos se debe a la contaminación del ambiente en que se originan los productos, ya que independientemente del tratamiento o el envase que reciban, los alimentos analizados presentaban microfibras y en menor medida microfilms y microgránulos.
Los residuos plásticos en alimentos no derivan de su envase, sino que son producto de la contaminación de los mares
Las gambas, langostas y langostinos pelados eran los que menos residuos plásticos tenían, quizá porque al retirar la cabeza y el tracto digestivo junto a la cáscara, su contenido se reduce.
Por otro lado, la llamada "flor de sal", por su textura escamosa capaz de retener más partículas o bien porque cristaliza en superficies es la que más residuos plásticos contenía.
La presencia de microplásticos en alimentos fue considerada por la EFSA ya en el 2014, como un nuevo riesgo emergente. Y dos años después la misma entidad emitió un informe en el cual se admite la presencia de microplásticos en alimentos pero se concluye que podría tener escasa incidencia sobre la salud de los consumidores, aunque igualmente se reconoce la reducida información al respecto y como ha señalado la AECOSAN el año pasado, se está recopilando información que puede ofrecer certeza acerca del riesgo que representan los residuos plásticos en la salud humana.
Por el momento, lo único que podemos hacer es intentar hacer un menor uso de plásticos para así disminuir el impacto en el ambiente y como señala la OCU, se recomienda evitar el uso de bolsas, vestimentas, alimentos o productos de higiene con envases plásticos que finalmente pueden terminar en los mares y océanos o en otras superficies y por ello, contaminar alimentos.