Y no son un puñado pequeño de gente ignorante. De hecho, muchos antivacunas están muy informados (aunque sus fuentes sean erróneas). Por ello, el aumento del movimiento antivacuna está ocasionando un aumento alarmante en los casos de sarampión en todo el mundo; solo en Inglaterra se han notificado más de 1.100 este año.
Fake Science
Las vacunas funcionan al estimular nuestro sistema inmunitario para reconocer un patógeno sin exponernos a la bacteria o virus causante de la enfermedad. En el caso del sarampión, las paperas y la rubéola, las formas debilitadas pero aún vivas de los virus preparan nuestro sistema inmunológico para eliminar al virus real, en caso de que nos infectemos.
Tan recientemente como el cambio de siglo XXI, casi un millón de personas morían de sarampión cada año. Ese número ha disminuido drásticamente: hubo menos de 90.000 muertes por sarampión a nivel mundial en 2016. La vacunación ha sido el centro de este notable progreso.
El año pasado, sin embargo, Europa se resistió a la tendencia a la baja. El año anterior se cuadricuplicaron los casos de sarampión, incluidas 35 muertes. Lo peor ocurrió fue Rumania.
Aunque en España son una minoría, en países como Reino Unido los padres antivacunas han tenido un gran impacto en la salud pública. Los padres que eximen a sus hijos de la vacunación no solo están poniendo en riesgo a su descendencia: mantienen el entorno en el que persisten los patógenos.
Ya podríamos haber eliminado el sarampión de Europa, y haber reducido los niveles globales hasta niveles muy bajos. Pero no ha ocurrido, y de hecho estamos desandando el camino del progreso y el conocimiento científico. Además, la ciencia falsa está matando cada vez a más personas.
Es un problema de sinrazón, ignorancia y conspiranoia que es difícil de combatir, como quien trata de combatir a los prosélitos de una secta del fin del mundo que abandonen sus túnicas. Sin embargo, es algo que debemos hacer antes de que sea demasiado tarde.