Los ingleses recibieron la primera mala noticia de la noche poco antes de la media hora, cuando Salah tuvo que ser sustituido por lesión, después de una mala caída en un agarrón de Sergio Ramos. Entró en su lugar Lallana, un centrocampista, y Klopp cambió el dibujo. Al poco, fue el Real Madrid quien perdió por lesión a Carvajal, sustituido por Nacho.
La primera parte terminó con el Madrid más asentado y una volea de Nacho que se marchó fuera. La segunda parte comenzó justo al revés que la primera, con un Madrid dominador que encontró el gol de la forma más inesperada. Lo más lógico es que lo hubiera marcado Isco, que estrelló un balón en el larguero al tratar de superar a Karius. Sin embargo, fue el portero alemán quien lo regaló al ir a sacar en corto con la mano. Benzema, al acecho, sólo tuvo que estirar la pierna y el balón salió rebotado rumbo a la red.
Cuando lo más normal habría sido hundirse, el Liverpool reaccionó y empató acto seguido en un saque de esquina en el que Mané eludió la vigilancia de Marcelo. Con media hora por delante, Zidane retiró a Isco y dio entrada a Bale, que en su primer remate legó una obra de arte. El galés cazó de chilena un centro de Marcelo y lo envió a la portería para asombro de millones de espectadores en todo el mundo.
El Liverpool decayó con el mazazo, anímica y físicamente, pero no Mané, que sacó un gran disparo lejano al poste. Coraje le sobra al equipo inglés, que con poco fuelle fue capaz de empujar al Madrid, cada vez más pendiente de resolver la final con una contra. Bale sirvió un pase sensacional a Benzema, que no pudo sentenciar. Lo hizo el propio Bale, con un disparo lejanísimo que Karius, otra vez negado, se encargó en convertir en gol, y en un nuevo título del Real Madrid en la Copa de Europa. La decimotercera.