Hay una epidemia mundial de diabetes y enfermedades cardíacas. Su impacto en la agroindustria.
El Instituto Internacional de Investigaciones en Política Alimentaria (IFPRI) de Estados Unidos señaló que el sistema agroalimentario mundial tendrá el desafío de cumplir con su responsabilidad de alimentar a 2.500 millones de personas adicionales que se incorporan a la población mundial hasta 2050 (un aumento de 80 millones de personas por año).
Esto sucede cuando el hambre y la malnutrición han vuelto a crecer en el mundo, con 155 millones de niños de menos de 10 años con signos de retraso por falta de alimentación suficiente.
Hay que sumarles casi 2.000 millones de adultos de los países emergentes – de México a China – que son obesos o con sobrepeso significativo, debido al consumo de alimentos procesados en exceso salados, azucarados, o grasosos.
De ahí la proliferación de enfermedades no transmisibles (diabetes/cardíacas), con consecuencias extremadamente nocivas para el trabajo y la salud de la población.
IFPRI estima que entre el 15% y el 35% de los recursos hídricos destinados a la irrigación agrícola son insustentables, y que 25% de la tierra agrícola mundial ha sido degradada irreversiblemente.
Esto acontece cuando la producción agroalimentaria es responsable de 30% o más de la emisión de dióxido de carbono (CO2), la causa fundamental del calentamiento de la atmósfera, y por lo tanto del cambio climático.
Se han traspasado los límites de la capacidad de producción sustentable del planeta, y esto provoca daños ambientales potencialmente irreversibles, dice IFPRI.
China encabeza la inversión científica y tecnológica (I&D) agroalimentaria; y canaliza los esfuerzos sobre la salud de su población a través del programa denominado “China saludable 2030” (Healthy China 2030).
Más de 15% de la población china es obesa. Se trata de 43 millones de hombres y 46 millones de mujeres. La crisis se agrava entre los menores de 20 años, y 23% de los varones y 14% de las mujeres muestran un estado de obesidad y sobrepeso; y lo mismo ocurre con 1 de cada 7 niños menores de 10 años.
Es una verdadera epidemia, derivada de la transición dietaria que experimenta su población, con el vuelco masivo al consumo de proteínas cárnicas y también de lácteos. Es un proceso inseparable del auge de la urbanización (58,6% de la población del gigante asiático ahora vive en ciudades) y del abandono de las costumbres rurales.
Hay que agregar el envejecimiento, que es una tendencia general – Japón y la Unión Europea en primer lugar -, pero agravado en el caso chino por la política de un solo hijo por pareja establecido en la década del 50, que si bien ha sido notablemente exitosa –sin ella China tendría 500 millones de habitantes más-, ha deformado profunda e irreversiblemente la pirámide demográfica.
La reversión de esta situación, verdadero flagelo socio-económico y cultural de la era de la globalización, requiere ante todo fijar como prioridad la política alimentaria/nutrición en la agenda del G-20, que es la plataforma de gobernabilidad del sistema global, y que se reúne en Buenos Aires en noviembre de este año.
Alimentación, salud, educación, son los 3 términos de la nueva ecuación de seguridad alimentaria en la era de la globalización.
Y son tres ejes para tener muy en cuenta en los países que producen alimentos y en la estratégica Región Centro.