“Comer compulsivamente tiene que ver más con la falta de recursos emocionales que con la falta de información nutricional”.
Hay una relación confusa entre el comer “real “ sin presión , sin obsesión o ego que con el evitar-restringir comida a fuerza de voluntad (que no sirve a largo plazo).
Muchas personas usan dietas de hambre como castigo para aprender a comer: “tienes” y “debes” (presión) que comer tal cosa.
También se castigan con querer tener el control de todo, búsqueda de la perfección que no existe, privación de placer “el todo o nada” , con pensamientos y creencias negativas hacia el cuerpo.
El castigo sólo conduce a un cambio de conducta no a un aprendizaje (y menos a aprender a comer, grave error). Luego ese cambio de conducta desaparecerá.
Este cambio viene incitado por miedo, principalmente a la pérdida del control que altera la conducta alimentaria normal llevándola a un estado de privación-restricción: dietas hechas a 100% mente sin incluir la intuición, ni escuchar al cuerpo que desencadenan en antojos insaciables sobre todo por productos ultraprocesados.
“No sabemos comer sin lastimarnos”
En cambio, para aprender a comer, el ser humano debe entender por qué hace las cosas, para qué come, qué alternativas tiene y los efectos a corto/largo plazo de sus acciones. Esto requiere paciencia, creatividad, educación y explicación.
Cuando uno aprende profundiza sobre sí mismo.
Castigarte al privarte de probar algo o degradándote por algún resultado o deseo sólo te llevará a ignorar tus emociones, agravando el síntoma y tapándolo con más comida.