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05/04/2018 08:48 hs

Ideas audaces para cuando ya no hay espacio donde vivir

Internacionales - 05/04/2018 08:48 hs
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Hong Kong es sin duda la ciudad con menos espacio disponible para vivir y los precios lo reflejan.

Durante ocho años consecutivos, una encuesta internacional de casi trescientas ciudades ha designado a Hong Kong como la ciudad con el mercado inmobiliario menos asequible del mundo.

No es difícil ver la razón. Ubicada en un grupo de islas montañosas en un rincón de la China continental, la ciudad de Hong Kong siempre ha tenido pocos espacios para la construcción. La dependencia del gobierno en la venta de terrenos para obtener ingresos genera un incentivo para mantener los precios altos. El dinero que ingresa a raudales, proveniente de inversionistas de la China continental, eleva los precios aún más.

Los extremos pueden ser abrumadores. El año pasado, un solo espacio de estacionamiento se vendió por 664.000 dólares. Los departamentos apenas un poco más grandes que el espacio de estacionamiento, en zonas mucho menos agradables de la ciudad, superan los 380.000 dólares. Los espacios habitables se han reducido tanto que ya surgió un nuevo término, nanodepartamentos, para referirse a aquellos que miden 18,5 metros cuadrados o menos.

Un equipo de trabajo del gobierno considera una amplia gama de opciones para mejorar el uso de los terrenos disponibles. Los arquitectos y desarrolladores también han presentado propuestas novedosas que van desde descabelladas hasta audaces. Aunque algunas ideas son versiones modificadas de los atiborrados espacios que la ciudad ha tenido desde siempre, otras podrían reformar el futuro de la vivienda en Hong Kong. A continuación, mostramos algunas de ellas:

El arquitecto James Law se encontraba en una zona de construcción en la ciudad cuando vio algunas tuberías de concreto que habían sobrado de un proyecto de infraestructura. Eran suficientemente anchos para caminar en su interior, frescos en verano y con acabados de sorprendentemente buena calidad.

“Fue un descubrimiento”, dijo.

Así que pasó casi un mes diseñando y construyendo el OPod, dos secciones de tubería de concreto unidas para crear una vivienda de aproximadamente 9,2 metros cuadrados. Incluye un sillón y una cama plegable, un escritorio, repisas, una diminuta kichenette, un armario y una ducha.

Es posible apilar hasta cinco contenedores o colocarlos en espacios pequeños no utilizados entre los edificios y debajo de los puentes. Actualmente, un prototipo está en exhibición en un parque ribereño, pero aún no hay planes de producción comercial.

“No se trata de una solución integral para un problema tan complejo”, afirmó Law. “Pero es una forma divertida y orientada al diseño de estimular el debate e incluso crear proyectos de modelos a pequeña escala”.

Una de las ideas ya es una realidad en dos edificios de cincuenta años de antigüedad decorados con distintivos patrones geométricos en azul, gris y verde.

Los edificios se encuentran en una calle flanqueada por tiendas que venden herramientas eléctricas y ventiladores industriales. Estos edificios, conocidos como tong lau, eran comunes en Hong Kong antes del aumento de precios. Synergy Biz Group, una empresa local dedicada a la arquitectura y el desarrollo, los ha convertido en espacios habitacionales con algunos detalles modernos.

De nombre Biblioteque, los edificios presentan espacios diseñados muy hábilmente como dormitorios con cocinas y baños comunitarios. Las habitaciones son diminutas, de aproximadamente 4,6 metros cuadrados cada una, y tienen un costo de entre 450 y 750 dólares al mes. Los residentes son en su mayoría jóvenes atraídos por las rentas, que están por debajo de los estándares de Hong Kong.

Jo Chow, una administradora de 33 años que vive en uno de estos espacios, comentó que le cuesta la mitad de lo que pagaba por un apartamento en un rincón más apartado de Hong Kong.

“Solo necesito un espacio en una ubicación conveniente. En estos momentos no necesito un lugar amplio”, señaló.

Algunas personas han criticado estos espacios por ser nuevas versiones de las infames “casas ataúdes", departamentos que se han subdividido en espacios diminutos, y han cuestionado el atractivo de viviendas comunales tan apretadas.

“Puede que ahorren en el costo de la renta, pero no sé si funcionarán”, dijo Yip Ngai-ming, profesor de Políticas Públicas de la Universidad de Hong Kong.

Pero Keith Wong, director de Synergy, argumentó que la vivienda en grupo ofrecía seguridad y un sentido de comunidad. Afirmó que la empresa quería agregar más edificios y trabajar con los caseros para convertirlos en apartamentos individuales.

Hace medio siglo, cuando los refugiados llegaron en oleadas a Hong Kong para escapar de las revueltas en la China continental, la ciudad comenzó un programa de vivienda pública que ofrece residencias, a menudo en edificios altos, para aproximadamente la mitad de la población actual.

El arquitecto y profesor David Erdman ha sugerido incluir a más personas en esos mismos edificios al hacerlos aún más altos, para lo que se agregarían cornisas desde cinco hasta veinticinco pisos de altura sobre las estructuras existentes, que ya tienen hasta cuarenta pisos de altura.

La idea estuvo inspirada en las conversaciones con excolegas de la Universidad de Hong Kong acerca de añadir alojamientos adicionales en los espacios entre las manzanas de las viviendas públicas. Construir hacia arriba ofrecería el mismo resultado sin alterar los espacios existentes, comentó Erdman, quien ahora es presidente de la licenciatura en Arquitectura y Diseño Urbano en el Instituto Pratt de la ciudad de Nueva York.

Sus estudiantes han generado diseños impresionantes que transformarían el paisaje anodino y repetitivo de los complejos habitacionales públicos de Hong Kong. “Me encantaría ver uno de estos construido”, afirmó Erdman.

Quizá la idea menos convencional requiera ubicar a la gente en cruceros.

Esta comunidad a flote no representaría una solución permanente pero es el primer paso en una propuesta de Doctoral Exchange, un grupo local de investigación.

El segundo paso del plan es aún más ambicioso: construir muchas islas artificiales de gran tamaño en el mar al sur de Hong Kong. El nuevo archipiélago de 116 kilómetros cuadrados saldría de los límites de Hong Kong, lo que significa que necesitaría respaldo del gobierno central de China.

Es muy probable que la construcción de islas a esa escala se encuentre con cierta oposición debido al posible daño medioambiental, pero China tendría al menos una ventaja con ese proyecto, de acuerdo con Francis Neoton Cheung, de Doctoral Exchange: utilizaría la misma tecnología de recuperación que se desarrolla en el mar del sur de China para construir bastiones militares sobre lo que antes fueron arrecifes hundidos, dijo.

“Sé que es un poco arriesgado, pero podría ser la solución, si las circunstancias lo permiten”, agregó.

El puerto carguero de Hong Kong es el quinto más grande del mundo por volumen. Además, se encuentra ubicado en una zona icónica de la costa que el equipo de trabajo del gobierno está contemplando para aliviar la escasez de tierra.

Cientos de miles de personas podrían vivir en los 3,6 kilómetros cuadrados del puerto. Una de las propuestas sugiere reubicarlo con el fin de hacer espacio para las viviendas. Otro sugiere mantener el puerto como está y construir enormes plataformas sobre sus ajetreadas grúas, sobre las que se podrían edificar rascacielos residenciales.

Los funcionarios creen que esta idea es factible y el operador del puerto dice estar abierto a la idea, pero el costo y los niveles de apoyo público aún se desconocen.

Al igual que otras concepciones más ambiciosas para la creación de viviendas, es probable que las torres que estarían sobre el puerto jamás se construyan, pero la idea de edificar de nuevo los puertos no es tan inusual. Uno de los primeros desarrollos inmobiliarios privados a gran escala de Hong Kong, Taikoo Shing, se construyó sobre los astilleros de la compañía Swire.

© 2018 New York Times
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