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02/04/2018 14:08 hs

La mujer que se metió en una villa para buscar al asesino de su hijo

Argentina - 02/04/2018 14:08 hs
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Lo identificó y lo señaló en una rueda de reconocimiento. Este martes comienza el juicio en los tribunales de Lomas.

La crónica deportiva informó que Lanús le ganó 1 a 0 a Independiente con gol de penal de Germán Denis, sobre la hora. Que fue por la tercera fecha de la Superliga, el 16 de septiembre pasado, y que ambos equipos jugaron con mayoría de suplentes debido a las competiciones internacionales que disputarían esa semana. Pero afuera, en una de las plateas del Libertadores de América, ocurrió algo especial, extra futbolístico: la familia Lanuto tiró las cenizas de su hijo Ezequiel, asesinado en un intento de robo sufrido en la puerta de su casa de Villa Fiorito, en 2007.

La que recrea aquella tarde noche de sábado en Avellaneda es Mirta "Coca"​ Corvalán (60), la mamá de la víctima. Es fanática de Boca (se tatuó el escudo), pero desde el fallecimiento de su hijo se hizo socia de Independiente y empezó a alentar al "Rojo".

“Grito los goles de Independiente y siento que estoy con él, que está vivo”, explica, emocionada. “Los hinchas entran a la tribuna y me lo imagino alentando, saltando. Miro a los pibes atando las banderas y lo pienso haciendo lo mismo. A veces me pasa de ponerme a llorar y algunos de los hinchas que me rodean me dicen ‘qué fanática sos’, sin saber el por qué de mis lágrimas. De chiquito, Ezequiel me pedía que yo fuera de Independiente. Y ahora voy a la cancha, miro sus partidos, compro sus camisetas… todo por él”. Cada tanto lo lleva a su nieto, el único hijo de Ezequiel, a quien también hizo socio de Independiente. El nene no alcanzó a conocer a su papá.

Desde el martes próximo, "Coca" empezará a cerrar una etapa: Rodrigo “El Rengo” Ferreyra (28) se sentará en el banquillo acusado de homicidio agravado criminis causa (cometido para ocultar otro delito, en este caso el robo), que prevé una reclusión perpetua. Es decir, que después de casi 11 años, podrá ver a quien investigó y señaló en la rueda de reconocimiento como el asesino de su hijo.

“Necesito que me explique por qué le disparó en la cabeza. Podía haber apuntado a un brazo, a un pie. Él no era Dios para decidir cuándo iba a terminar la vida de mi hijo”, comenta en la remisería que trabaja, mostrando el tatuaje que se hizo en el antebrazo para recordar a su hijo.

La moto era una Gilera Smash. Ezequiel, que tenía 21 años al momento de morir, había ahorrado durante más de 12 meses para comprársela. Trabajaba haciendo el mantenimiento de una galería de Caballito. “Lo feliz que estaba con esa moto… me acuerdo como si fuera hoy”, confiesa su mamá. Esa moto, desde que murió, nunca más se volvió a poner en marcha: sigue en la habitación de Ezequiel. La psicóloga ya le recomendó a "Coca" que lo mejor es venderla o sacarla. Le respondió que si se va la moto, se le va la vida.
 
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Mirta "Coca" Corvalán, la mujer que se metió en una villa para buscar al asesino de su hijo. Foto: Germán García Adrasti.

A los seis meses de la compra, Corvalán se enteró que la moto de su hijo era “buscada en el barrio”. Ese rumor no la dejaba dormir. Un día cualquiera no se aguantó más el miedo y, sin que su hijo se enterara, agarró la moto y le sacó una rueda. La escondió en la casa de una amiga. El cumpleaños 21 del joven la encontró sin dinero para un regalo. Entonces, se la devolvió en concepto de regalo. Y Ezequiel volvió a disfrutarla. Fue en abril de 2007.

El 14 de agosto de ese mismo año, dos jóvenes armados se la exigieron. La víctima se resistió y recibió un disparo en la frente. Fue a las siete y media de la tarde, en la vereda de su casa de Fiorito. "Coca" salió y forcejeó con uno de los ladrones, para que no se llevara la moto. Lo vio de frente; se miraron. Con él y con su cómplice. Ezequiel fallecería dos días después. Y su mamá comenzaría una lucha de esas que solo puede hacer una mamá.

A las semanas fue detenido un menor de edad, al que "Coca" señaló en la rueda de reconocimiento. Desde ese día comenzó a llamar a los institutos de menores para comprobar si seguía detenido. Lo liberarían a los tres meses. El adolescente presentó la prueba de haber estado internado en un centro de adicciones para la noche del crimen. Corvalán se fue hasta ese establecimiento y encontró ventanas abiertas. Planteó que tranquilamente podría haberse escapado y regresado a las horas. Se llamaba de la misma manera que "Coca" había escuchado que lo nombraba su cómplice.

Del mayor, legalmente, no se sabía nada. O no se quería saber. La mamá de Ezequiel empezó a preguntar en el barrio. La misión no podía resultar muy difícil: el ladrón llevaba ropa de River y tenía dificultades para caminar. Rápidamente le señalaron una villa (denominada "La Cava", a ocho cuadras de su casa. Y ella entró, sin dudarlo. Nunca les avisó a sus familiares, que se lo hubieran impedido.

Siempre vestida con ropa que creía acorde al lugar, se ganó la confianza de los vecinos. Así, con el tiempo, se fue enterando cosas: que Ferreyra formaba parte del plan Argentina Trabaja, que su mujer cobraba la asignación universal, que era papá de dos hijos, que su renguera se debía a un impacto de bala. Descubrió su casa y la de su mamá. También, la esquina en la que paraba con sus amigos. Hasta le confesaron que guardaba una o más armas en un camión abandonado de la villa. Su marido y otro de sus hijos se cruzaron con el acusado. Intentaron atraparlo pero se les escapó corriendo. “Un 4 de abril, el día de cumpleaños de Ezequiel, me paré en la puerta de su casa. Quería preguntarle por qué mató a mi hijo. Pero no apareció”.

“Los datos aportados por 'Coca' fueron muy importantes para la identificación del acusado”, explicó una fuente de la investigación. “Así como la maduración de los testigos, que cuando volvieron a ser citados a declarar ya eran mayores y tenían otro compromiso. Incluso algunos ya no vivían en el barrio y pudieron hablar sin miedos”.

Cada vez que se enteraba de algo, ella se acercaba a hablar. Si no tenía monedas para el colectivo, se iba caminando. Llegó a confeccionar un croquis con todos sus movimientos. Mientras los investigadores lo buscaban, "El Rengo” Ferreyra cayó preso por otro delito. Fue en octubre de 2016. Lo detuvieron cuando conducía una moto que había sido denunciada como robada 72 horas antes. Sus otros antecedentes son de abril de 2013 (tenencia ilegal de arma de fuego) y de abril de 2007 (robo agravado por cometerse en poblado y en bando y con el uso de arma).

Rápidamente "Coca" fue citada a la rueda de reconocimiento. Lo vio, pero vidrio de por medio, y lo reconoció entre llantos y sin dudarlo. Esta semana sí podrán mirarse a los ojos, ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 10 de Lomas de Zamora. Y dice que le va a preguntar por qué lo hizo. Que recién ahí, y junto a la condena, entenderá que Ezequiel murió. Porque hasta ahora, solo siente que su hijo no está.

Nahuel Gallotta / Clarín

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