La ley de la oferta y la demanda funciona exactamente al revés con el dólar. Si se abarata, la demanda cae.
Más sube, más se quiere comprarlo. Y el Gobierno ha hecho todo lo posible para que eso pase, como, por ejemplo, devaluar la cotización oficial del peso al doble de la tasa de inflación que mide el Indec, mientras la Presidenta jura que no habrá devaluación.
Guillermo Moreno ya peleaba en las sombras la lucha contra la escasez de dólares que acorrala al Gobierno. En los días en que estuvo sin aparecer se dedicó a poner, según los empresarios, innumerables trabas adicionales a las importaciones. Las compañías deben presentar las declaraciones juradas conocidas por la sigla DJAI, pero comenzaron a ver que la aprobación que permite el ingreso al país de la mercadería sufría muchas más demoras que las habituales.
Curiosamente, Moreno estaba inhallable. Comenzaron a sentirse faltantes de agroquímicos, de materiales de terminación de inmuebles, de insumos para líneas de producción. Un empresario lo cuenta con humor: "Hace años banco las llamadas de Moreno para insultarme; ahora resulta que no sólo no me llama, sino que no me devuelve mis llamadas; quiero hablar con él aunque sea para que me insulte, le dejo mil mensajes, me siento María Teresa", es la descripción de un ejecutivo, desesperado porque no puede traer insumos imprescindibles. Muchas de esas importaciones se usan para generar luego mercaderías que se exportan y aportan dólares, de esos que tanto escasean. Pero lo del secretario de Comercio Interior parece ser el cortísimo plazo.
"Sólo a las automotrices no les retacean las compras en el exterior", se lamentan en otros sectores. Pero en las terminales dicen que eso es parcialmente cierto: "Los que nos dedicamos a gestionar las DJAI para las fábricas llevamos una existencia miserable, nos hemos convertido en esclavos de trámites kafkianos", confiesa uno de los afectados.
Moreno, que estuvo oculto durante al menos dos semanas por motivos supuestamente políticos, pero evidentemente también económicos, cree que muchos pedidos de importación son una excusa. Que hay compañías que se quieren hacer de existencias previendo una devaluación. "¡Están especulando con la devalueta!", dicen que les reprochó a los gritos a algunos. ¿Cuál sería la especulación si el Gobierno está devaluando al dos por ciento mensual mientras dice que hacerlo causaría un desastre? Moreno y Kicillof se quejan de que hay muchos más pedidos de importación que los habituales. Pero parece ser que ello es producto de la kafkiana burocracia. Se habría hecho más conocido lo que al principio era un secreto. Los operadores piden una autorización por el sistema informático y se la rechazan, pero la repiten media hora después, con pocos y a veces con ningún cambio y obtienen la aprobación. No es raro que un récord de rechazos coincida con un récord de pedidos.
La rebaja del impuesto a las ganancias también armó otro esquema kafkiano. La razón es que el Gobierno intenta aliviar el impuesto sólo en los sectores asalariados más bajos, donde el cobro del tributo es un ajuste tan salvaje que hasta la más recalcitrante derecha se avergonzaría. Si tuviera trato con el Fondo Monetario Internacional, el gobierno progresista que cobró impuesto a las ganancias a docentes mal pagos y playeros de estaciones de servicio podría enterarse de que nunca le habrían pedido tanto.
El gobierno de los "jóvenes para la liberación" no piensa devolver lo cobrado en los últimos años a los trabajadores, ni siquiera lo retenido en los primeros meses del año en curso. Además, sólo pretende aliviar el tributo en estratos sociales donde cree que puede recuperar el voto. Al resto, ni justicia.
Aliviar el impuesto a las ganancias a los ingresos del trabajo personal implica hacerlo con todos, si se quiere ser justo. No parece una preocupación kirchnerista. La tablita de José Luis Machinea es una caricia al lado del esquema de Cristina Kirchner.
Sergio Massa comenta en privado que la aplicación de Ganancias a la especulación financiera se cayó porque los bancos le torcieron el brazo a Cristina. ¿Lo dirá en público?