Inquieta, inconformista y rebelde, fue la primera mujer que se dedicó al periodismo de investigación y logró lo que Julio Verne sólo había soñado: dar la vuelta al mundo en 80 días.
Como toda pionera, Nellie Bly era una persona que ponía incómodos a los demás, ya que pocos sabían qué hacer con esta periodista menuda y de estatura pequeña que no temía en señalar, en pleno siglo XIX, las injusticias que se cometían contra las mujeres en los medios de comunicación. Por eso, su editor Joseph Pulitzer le encargó una tarea bien especial, que creyó que la mantendría lejos por mucho tiempo: le pidió que probara si era cierto que se podía dar la vuelta al mundo en 80 días, como había imaginado Julio Verne. Pero jamás imaginó el desenlace que esta aventura tendría.
La historia de Bly, sin embargo, comenzó mucho antes, cuando en 1880, con sólo 16 años, empezó a escribir notas para el periódico Pittsburg Dispatch, en donde denunciaba semanalmente las malas condiciones de trabajo de las mujeres en los Estados Unidos.
Los artículos eran tan crudos que pusieron incómodos a los anunciantes, quienes presionaron a las autoridades del diario para que reubiquen a su joven cronista. Así, la morocha terminó en la sección de moda y jardinería, en donde rápidamente se aburrió y pidió ir a cubrir a México la tiranía de Porfirio Díaz.
Así, con sólo 21 años, se convirtió en la primera mujer en el mundo del periodismo de investigación. Escribió desde tierras aztecas duras crónicas con los hechos de nepotismo y crueldad de Díaz, que cercenaba los derechos de los ciudadanos. Cuando esas noticias tomaron mayor notoriedad, su vida corrió peligro y debió regresar a Estados Unidos.
Se mudó a Nueva York y trató de ingresar a uno de los periódicos más populares del momento, The New York World, pero fue rechazada varias veces. Cuando comenzó a denunciar que era víctima discriminación, llamó la atención de Joseph Pulitzer, quien inspiraría los famosos premios, y la sumó a su staff.
Para mostrar que podía escribir notas valiosas, se hizo pasar como enferma mental para ser aceptada en un hospital psiquiátrico, en donde escribió crónicas relatando los abusos que sufrían los pacientes. El éxito de esas historias fue tal que despertó la indignación de los ciudadanos y la alcadía de la ciudad debió aumentar casi en un millón de dólares el presupuesto para manicomios.
A pesar de esta popularidad, con su carácter rebelde e inconformista Bly era una piedra en los zapatos para Pulitzer, quien decidió darle una tarea que creyó que la alejaría por mucho tiempo: le pidió que pruebe si era posible dar la vuelta al mundo en menos tiempo que el empleado por Phileas Fogg en la novela de Julio Verne La vuelta al mundo en 80 días, que fascinaba a los lectores de la época.
Se trataba de una tarea titánica para ese momento, el año 1889, y mucho más para una mujer. Pero la cronista salió airosa del desafío, realizando la vuelta al mundo en setenta y dos días, seis horas, once minutos y catorce segundos, menos tiempo que lo que calculó el genio de Verne. Fue en barco a Londres; allí tomó un tren a París, otro a Italia y llegó a un barco de vapor hacia el Canal de Suez y Egipto. Más tarde llegó a Singapur, cruzó a Hong Kong, en donde se tomó un largo barco hacia San Francisco y de allí un tren hasta Nueva York.
Miguel Delgado -el curador de la muestra Julio Verne. Los límites de la imaginación, que se puede visitar de forma gratuita hasta el 26 de agosto en Arenales 1540- le reveló a LA NACION más sobre la hazaña: "Uno de los momentos más emocionantes de su vida fue cuando Nellie Bly hizo escala para cenar con el matrimonio Verne durante su vuelta al mundo. Al escritor le impresionó ver cómo aquella joven iba a hacer realidad algo que él sólo había logrado realizar en su obra".
"En nuestra muestra, aunque no sea el personaje que ocupa más espacio, es de los preferidos de los visitantes. En parte, porque es la única mujer, porque no era nada fácil en la época de Verne que una mujer lograra hacerse una carrera por sí misma en un campo reservado habitualmente a los hombres. Pero también porque fue excepcional en sí misma. Más allá del éxito puntual de su viaje, que no dejó de ser una portentosa operación de marketing por parte de su periódico, mantuvo toda una carrera periodística de primer orden, y se convirtió en una gran defensora de los derechos de la mujer", aseguró.
Aunque aún no recibe todo el reconocimiento que merece, la figura de Bly echa luz sobre las injusticias que se vivían hace más de un siglo atrás y que aún se pueden encontrar en varios ámbitos, así como también muestra cómo las mujeres pueden lograr hazañas que muchos hombres sólo pueden imaginar.
Google la recordó con uno de sus clásicos doodles, musicalizado por una canción en su honor: